- 18 julio, 2013
- Publicado por: admin
- Categoría: Socios
Organizada por la Cátedra Prosegur de la Universidad con la colaboración del Círculo, el Observatorio de Inserción Laboral de la Universidad de Alicante y la Cátedra Bancaja para Jóvenes Emprendedores, el pasado 12 de julio Jorge Villar, acompañado por Altea Ortiz, desarrolló una máster class sobre comercio electrónico, sobre la base de su libro “Montar una tienda online en una semana”, de la colección Gestión2000, de Planeta.
El comercio electrónico se está extendiendo a gran velocidad en los países avanzados, aunque podemos considerar que su recorrido es aún muy elevado dado que pese a los años de implantación, su nivel de desarrollo es aún incipiente especialmente en países en que la venta por catálogo –precedente natural de la venta online- no estaba extendida. En España, por ejemplo, grandes marcas como Zara o Media Markt no han tenido una posición online hasta hace dos años.
La entrada de los grandes jugadores está impulsando de manera importante el comercio electrónico, pero incorpora una dificultad adicional a los pequeños negocios: es imprescindible diseñar un modelo de negocio capaz de atraer a un público relevante por encima de las posibilidades de esas grandes marcas (focalización clara en un público objetivo y adecuación a sus hábitos de compra por internet en cuanto a accesibilidad, rapidez, comodidad, precio, forma de pago, gama, exclusividad, etc.), superando a la vez la que es la primera barrera para comprar por internet: la desconfianza.
Y esto tanto en el comercio electrónico con particulares (B2B) como con empresas (B2C), o el más actual comercio electrónico con empresas y particulares (B2B2C) en que las empresas venden directamente a sus distribuidores y a cliente final (o publicidad a otras empresas, además de venta de su producto al cliente final).
Es cierto que el comercio electrónico tiene muchas ventajas tanto para el empresario como para sus clientes (comodidad, reducción de costes, ampliación de horarios, rapidez), pero incorpora también algunos riesgos (limita la compra por impulso; permite la comparación –muy bueno para el cliente, pero menos para el comerciante-; limita la función social de la compra –corregida parcialmente por la posibilidad de interacción a través de las redes sociales-; el asesoramiento es muy difícil, lo que exige desarrollos complejos; etc.), y frente a la creencia generalizada de que el comercio electrónico es una actividad de emprendedores solitarios, la realidad es que para avanzar con ciertas garantías, es necesario contar con un equipo especializado en diferentes funciones (propio o asociado: desarrollo, marketing, comunicación, fotografía, diseño, atención al cliente, logística, etc.).
E innovar constantemente. Adaptarte al menos a la rápida evolución de los clientes en este mundo virtual, con tecnología que permita reposicionar constantemente tu modelo de negocio de acuerdo con las expectativas de tus clientes, e incluso anticipándote a esas expectativas (la compra de productos en estaciones de metro u otros espacios de alta concentración de personas y tiempos muertos relevantes, a través de carteles publicitarios con código BIDI, es una realidad ya en el e-commerce).
Y por supuesto, nos tienen que encontrar, en lo que la correcta elección del dominio (nombre) juega un papel fundamental: que se pueda memorizar, que sea descriptivo de la actividad, que las palabras clave sean populares y no técnicas, lo más corto posible; sin números, guiones, ni vocales encadenadas; sin abreviaturas, salvo que esa sea la marca y sea reconocida.
Finalmente, el objetivo que debemos perseguir en una tienda online se traduce en cuatro pasos: conseguir que la tienda sea visitada, convertir las visitas en clientes, convencer a los clientes de que vuelvan a comprar, y entusiasmar a los clientes para que se conviertan en prescriptores.