Y ¿cuál es tu misión?

Cada persona que viene a este mundo lo hace con una misión que cumplir, tiene unos objetivos y, para conseguir los mismos,  cuenta con determinados recursos y  medios. Sería un tema muy interesante para meditar y escribir sobre él, pero no es este el canal apropiado para hablar de la misión del hombre en el mundo.

Sin embargo, sí quiero hacer un breve comentario sobre la misión de la empresa, dentro de la sociedad, y del directivo dentro de la empresa.

Existen empresas que persiguen un objetivo social, benéfico, son empresas sin ánimo de lucro, normalmente fundaciones, asociaciones benéficas y ONG’s.  Y existen empresas, cuyo único objetivo es obtener el mayor beneficio económico posible, aún a costa de pasar por encima de quien sea y tener pocos miramientos ni consideraciones con clientes y empleados.

Debemos sentirnos afortunados si trabajamos en una empresa que nos da la oportunidad de desarrollarnos como personas y como profesionales; una empresa que, sin prescindir de su lógico y justo objetivo de perseguir la obtención de un beneficio económico, tiene muy en cuenta y respeta los intereses de sus clientes, fomenta y protege los derechos de sus empleados y es consciente de su deber para con la sociedad.

Estos sentimientos que, por cotidianos y obvios, puede que muchos tengamos aletargados, semidormidos en nuestra mente,  saltan a la plena conciencia y se hacen patentes con ocasión del enunciado de nuestra misión.

Con este enunciado, nuestra empresa pretende definir su sentido, su hueco, su encaje dentro del tejido socio-económico. Y del mismo deberían derivar las misiones de las distintas unidades organizativas de la compañía, coherentes, lógicamente, con la misión global.

Tengo claro que cada área, dentro de la empresa, tiene misiones distintas, y uniéndolas todas, como si fuera un perfecto mosaico, convergen y propician el cumplimiento de la misión general. Vistas así las cosas, nos podemos poner manos a la obra para buscar y definir la misión que corresponde a nuestra Unidad.

Preguntas como ¿cuál es nuestra aportación a la empresa?,  ¿cuál es el valor añadido con el que contribuimos?, ¿qué pasaría si no existiera nuestra Unidad?,  constituyen la base y punto de partida que nos llevaría a definir nuestra propia misión.

Un ejemplo de misión específica de un área comercial, construida con esta metodología de trabajo en equipo, podría llevarnos a:

  “Favorecer e impulsar la cultura comercial de nuestra empresa, transmitiendo, diseñando y ejecutando las estrategias comerciales más adecuadas, que faciliten y conduzcan a la obtención de los mejores resultados.

 Resolver o canalizar, con diligencia y amabilidad, las peticiones y demandas de nuestros clientes internos.

  Y todo esto, en un ambiente de trabajo agradable, con un alto grado de autonomía individual, basado en la confianza, que requiere coraje para decir las cosas que hay que decir, y consideración, para decirlas con respeto.”

Disponer de una norma escrita, que te sirva de clara referencia y guía orientadora de la actitud y conducta que tienes que seguir, que, además, ha sido diseñada y consensuada por todos los miembros dela Unidad, en un trabajo de equipo, sin imposiciones ni influencias exógenas, del que todos nos sentimos legítimamente propietarios, hace que nos tomemos el trabajo de otra manera, más responsable, más solidaria y mucho más placentera.

Desde aquí, invito a todos los directivos, con personas bajo su responsabilidad, a realizar este ejercicio de buscar y encontrar su propia misión. El esfuerzo, os lo aseguro,  merece la pena.



Author: Palmiro
Colaborador del Círculo de Economía de Alicante.

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