Una pista: la creación de valor compartido. No es posible el éxito empresarial a largo plazo con criterios de gestión de personal solo de corto plazo. (9)

La dependencia mutua entre empresas y sociedad implica que las decisiones empresariales tienen que seguir el principio de valor compartido. Si una empresa persigue políticas que favorecen los intereses de unos a expensas de los otros, habrá iniciado un camino peligroso. Una ganancia temporal para uno contra el otro comprometerá la prosperidad a largo plazo de los dos.

La sostenibilidad de las relaciones comerciales solo es posible a partir de proyectos que persigan ganar-ganar a ambas partes. Esto es muy evidente y sin embargo en muchas ocasiones se olvida. Si gano yo y mi cliente (o mi proveedor) pierde, pronto dejaré de tener cliente (o proveedor).

El beneficio a corto puede ser un elemento de destrucción de valor si no se enmarca dentro de una política de largo plazo en la relación con empleados, clientes, proveedores, … grupos de interés en general en la empresa.

Esto no atenta contra la necesidad de conseguir beneficios en el corto plazo, que por supuesto son importantes en tanto que permiten que la empresa avance hacia el largo plazo, y en cualquier caso el concepto de corto plazo –en relación con los beneficios empresariales- depende del momento, de manera que el largo acaba siendo una sucesión de plazos cortos.

Naturalmente hay que perseguir también beneficios a corto plazo, pero no contra los pilares que sostienen la empresa sino, más bien al contrario, afianzando esos pilares. Por eso los conceptos de riesgo controlado, clientes leales –como un paso más de la satisfacción-, proveedores vinculados, empleados comprometidos …, son hoy más imprescindibles que nunca en la gestión de las empresas.

Incluso en empresas que pretenden identificarse ante el mercado como diferentes, que apuestan por estrategias de diferenciación, los costes juegan un papel fundamental y en ese punto intervienen los proveedores con los que, como ya hemos dicho, tenemos que establecer  siempre que sea posible una relación de confianza que vaya más allá del precio que nos garantice las materias primas, los componentes de nuestro producto en tiempo, forma, calidad y precio acorde con nuestras necesidades y sus posibilidades, estableciendo esa relación gana-gana que está en la base del crecimiento conjunto.

Por supuesto, en este punto se encuentran también nuestras relaciones con los clientes. Lo que pretendemos es progresar junto a nuestros clientes, y eso pasa otra vez por crear valor compartido para conseguir su lealtad, que va más allá de la satisfacción por el producto/servicio recibido.

La satisfacción tiene que ver con la contraprestación correcta del servicio en los términos pactados. La lealtad tiene que ver con la satisfacción sistemática con nuestro servicio que produce fidelidad, repetición de compras con nosotros.

Con clientes leales, nuestro prestigio crece, crecen los ingresos, crece la cuota de mercado; mejoran nuestros beneficios, lo que nos permite ofrecer más valor al cliente y de nuevo más ingresos, más oportunidades de ofrecer más valor. Consecuencia: ciclo sostenido de crecimiento en el tiempo.

El concepto en este punto es “Ocúpate de tus clientes. Ellos se ocuparán de tus objetivos”.

El concepto tiene que ver igualmente con la satisfacción sostenida, con el compromiso, con la lealtad de los empleados, que comentaremos en un próximo post.



Author: Francisco
Colaborador del Círculo de Economía de Alicante.

Deja una respuesta