- 25 julio, 2014
- Publicado por: Enrique Javier Fur
- Categoría: El Círculo

En un artículo anterior publicado también en mi sección de Abc “Proa a la mar”, hablaba de los síntomas de recuperación tras muchos años, demasiados, de crisis, que estaba afectando a la esencia de lo que hemos llamado nuestro estado de bienestar, en tanto que ha impactado de manera muy grave sobre el empleo.
Y es cierto, esos síntomas de recuperación existen y cada día parecen más consolidados. Pero seguimos muy lejos de cualquier posición de confort. Con una tasa de desempleo insoportable próxima aún al 25% de la población activa pese a los excelentes datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados hoy correspondientes al segundo trimestre del año, cualquier actitud de relajación desde el punto de vista político, empresarial o social sería, cuanto menos, poco responsable.
En realidad, aún lo tenemos casi todo por hacer, en lo que debería ser un esfuerzo colectivo que nos permita consolidar por el camino correcto este avance que empezamos a ver.
Profundizar en la internacionalización de la actividad de las empresas en un mundo que es global –especialmente para las empresas-, interconectado; apostar por la segmentación, especialización y la calidad como elementos diferenciales de nuestra actividad; creer y aplicar la máxima de que el éxito sostenido solo puede ser tarea de todos, y esto tanto a nivel de país como de cada una de las empresas e instituciones que lo formamos; comprometernos, por tanto, con la mejora de la cualificación de los trabajadores desde la responsabilidad compartida de empresa y empleados. Trabajar duro, en fin, para avanzar, evitando caer en errores que en el pasado reciente nos han llevado por caminos que al final resultaron muy duros.
Parece que ya se calmó el diluvio que cayó sobre nuestra economía, pero siguen las lluvias dificultando esa recuperación que apuntaba. Parece que vamos por el buen camino, pero no podemos quedarnos en una supuesta satisfacción por el deber cumplido. Todo está aún por hacer en un entorno que, además, probablemente nunca volverá a ser estático ni especialmente favorable para las empresas que no atiendan permanentemente a las señales variables que ese entorno envía constantemente.
La autocomplacencia, por tanto, no es una actitud aceptable en estos momentos –ni probablemente lo será en el futuro-, como defiendo en el artículo publicado en Abc-Alicante el pasado 22.07, precisamente con ese título: Autocomplacencia, que puedes leer completo pinchando aquí .