- 2 enero, 2013
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
En la mente de muchos, el emprendedor es una persona solitaria y un poco chiflada, que trabaja solo en su sótano hasta encontrar una idea brillante, revelada al mundo por la luz de una bombilla encendida sobre su cabeza (Pablo Martín, Prof.. I.E.-Madrid).
Y nada más lejos de la realidad. El emprendedor suele ser una persona absolutamente normal, muy sociable, consciente de que necesita a los demás para desarrollar y poner en marcha su idea, con capacidad para integrar y comprometer a otros en un objetivo común y abordarlo de manera muy eficiente contando con los conocimientos y las capacidades de todo un equipo.
Esto es mucho más evidente dentro de las empresas, donde encontramos los intraemprendedores, las personas capaces de innovar e implicar a otros en perfeccionar y poner en marcha esa innovación.
Esto no va de genios ni de acelerones, sino de equipos y de estrategias. Y por supuesto, de tener un caldo de cultivo que facilite la creatividad, el interés por mejorar, por hacer las cosas de manera diferente y más eficiente que lo que hacíamos hasta ahora; de hacer cosas diferentes; de encontrar nuevos nichos de mercado …, de muchas pequeñas cosas que terminan haciendo a nuestra empresa diferente –y en la percepción de los clientes, mejor- de todas las demás con las que competimos.
Tenemos que salirnos de la dinámica diabólica del precio, que es la forma más evidente de competir, especialmente en épocas de crisis. Pero por ser la más evidente es también la más recurrida y solo conduce a un final: la destrucción de valor para la empresa y, por tanto, la más que probable destrucción de la empresa, porque si la variable competitiva es el precio, aquellos que sean capaces de fabricar con costes menores –y esos no somos nosotros- terminarán ganando.
Tenemos que ser capaces de definir un producto, un mercado y/o una tecnología -tal como defiende el profesor Gómez Gras en las sesiones que sobre emprendimiento de las empresas alicantinas se vienen realizando en el Aula CAM de Alicante a lo largo de este año, y que muestra a través de excelentes empresas de nuestra provincia que están pasando por encima de la crisis en base a fabricar un producto permanentemente adaptado a las mejores expectativas de sus consumidores -diferente y que sea mejor percibida por nuestros clientes objetivo, única forma de salirnos de esa diferenciación por precio que, como decía, suele tener un final triste.
Moviéndonos en estos tres factores, podemos identificar posiciones, espacios, aún no competidos en los que podemos tener éxito. El caso del Circo del Sol, que en algún momento hemos mencionado en este blog, es un caso muy claro de modificación de algunas de las premisas (por ejemplo, el público al que se dirige no son tanto los niños como las personas mayores, los empresarios y ejecutivos de empresa, etc.) para convertir un negocio muy maduro, el Circo, en un negocio completamente nuevo, diferente al anterior, y en el que la empresa que lo ha puesto en marcha ha sido capaz de recoger una parte importante del valor generado con el nuevo concepto de Circo.
Y no es excesivamente difícil si somos capaces de crear las condiciones adecuadas en la empresa: buzones de sugerencias, concursos de ideas, círculos de calidad, equipos de mejora, … son medios que nos permiten avanzar en la dirección correcta si son consecuencia de un planteamiento de gestión de personas que prime la transparencia, la confianza, la formación continua, el trabajo en equipo, el compromiso, …, ya que para mantener y mejorar la competitividad de las empresas es necesario abrirlas a la iniciativa emprendedora de todos sus miembros.