- 1 diciembre, 2011
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
Hoy hablamos de integridad, de cumplir con la palabra dada, de confianza sin la cual es imposible plantear relaciones a largo plazo. Relaciones sociales y, sobre todo, relaciones comerciales sólidas. Y esa confianza en las empresas está muy condicionada por la integridad de sus directivos que es muy importante siempre, pero especialmente en épocas de crisis, que no dejan de ser, lo hemos reiterado muchas veces, etapas en que la confianza se resquebraja: no nos creemos los precios, no confiamos en nuestro interlocutor, lo que ayer estaba muy claro, hoy se vuelve oscuro. Y en la desconfianza, los negocios se paran.
Algunos comportamientos poco explicables ocurridos en los últimos años con gran repercusión en los medios han extendido la hipótesis de que los directivos, en general, no son personas especialmente íntegras, y aunque esta es una conclusión muy precipitada que extiende a la categoría de general lo que son comportamientos puntuales, es cierto que esta imagen machaca la confianza y actúa como combustible a favor de la crisis, que es necesario corregir.
Sobre este tema trata un documento, “Integridad del Directivo. Argumentos, reflexiones y dilemas”, publicado recientemente por la Fundación CEDE, que ha tenido amplia repercusión en medios especializados, y que nos parece especialmente relevante. En opinión de la directora general de Esade, Eugenia Bieto, «conseguimos aproximarnos a la integridad cuando aquellos con los que nos relacionamos ven en nosotros una cierta congruencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos»; esto en la práctica, agrega, es realmente difícil de conseguir, porque «cada incidente crítico, cada nueva situación, pone a prueba nuestras convicciones», según consta en el informe referido.
La integridad de los directivos es, por tanto, una condición necesaria para la evolución positiva de las empresas pero, claro, no es suficiente. Con nuestra gestión, tenemos que ser capaces de corregir los importantes problemas que pesan sobre nuestra economía.
Y uno de los principales problemas sigue siendo la situación del sector de la construcción y promoción inmobiliaria, que sigue sin arrancar y hemos reiterado muchas veces que de espaldas al sector, es prácticamente imposible que salgamos a corto/medio plazo.
Al respecto, las seis grandes inmobiliarias cotizadas, Colonial, Martinsa Fadesa, Metrovacesa, Reyal Urbis, Realia y Quabit solo han logrado cerrar 1.329 preventas durante los nueve primeros meses del año, muy alejadas, por tanto, de los años de boom inmobiliario. Y aunque se venden más viviendas tanto a través de inmobiliarias más pequeñas como desde los bancos, la realidad es que a este ritmo tardaríamos muchos años en reducir considerablemente el stock, lo que exige tomar medidas que faciliten la promoción, el crédito, el suelo y los precios razonables que dinamicen el sector de la vivienda.
Eso es lo que trata de hacer la Generalitat Valenciana con la creación de una comisión de trabajo con las Cámaras de Comercio y los colegios de registradores y notarios, con el objetivo de impulsar la venta de viviendas en Europa como vía para la reactivación de la actividad productiva y el empleo, según manifestaba ayer la Consellera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente.
Y como todos los días, aparecen ejemplos de internacionalización de empresas españolas que han entendido bien que ese sí es un camino para avanzar. Famosa se ha marcado el objetivo de que EEUU –donde ya ha abierto oficina- ocupe el 25% de su cifra de negocios, sumándose así a los más de 50 países a los que exporta ya compañía. O la empresa CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles), que se ha adjudicado el contrato de suministro de 16 trenes para el metro de Bucarest por 100 millones de euros.
Terminamos con una buena noticia para la necesaria reactivación económica: El Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra (BoE), el Banco de Japón (BoJ), la Reserva Federal de EEUU y el Banco Nacional de Suiza han anunciado una serie de medidas coordinadas para garantizar el suministro de liquidez al sistema financiero global, lo que ha tenido un efecto inmediato en la bajada de la prima de riesgo que en el caso español se ha situado por debajo de los 400 puntos básicos. Es una medida que debe otorgar confianza a los mercados (la palabra mágica con la que iniciábamos el post) y facilitar el flujo del crédito tanto a particulares como a las empresas, que es una condición para la reactivación de la actividad empresarial y, por tanto, para avanzar por la senda de la normalización progresiva de la situación económica y social.