- 15 noviembre, 2011
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
Decíamos días atrás que la visión de la calidad desde el cumplimiento de las expectativas del cliente es imprescindible en un mercado global y muy competitivo. Y a través de cualquier canal que el cliente elija para entrar en contacto con nosotros.
Y si ayer hablábamos de la venta on line, aún es más evidente en la venta presencial, en la que la experiencia de compra del cliente -eso que en muchos textos se identifica como el momento de la verdad de la venta- es un factor crítico de éxito.
A esta misma conclusión llegaban hace unos días dos estudios para potenciar la competitividad del textil y el calzado, presentados por el Instituto de Biomecánica de Valencia y la Asociación al Cuidado de la Calidad de Vida. Ambos estudios destacan que los clientesaprecian y valoran que los comercios cuenten con servicios de valor añadido que ofrezcan un producto mejorado (como la personalización en el caso del calzado o recomendaciones de prendas de ropa basadas en el ajuste y el confort), y también una experiencia de compra más satisfactoria contando con profesionales o herramientas que desempeñen labores de «personal shopper» (asesor para la elección de un determinado producto) que proporcionen un asesoramiento específico en función del cliente.
Naturalmente, optar por la diferenciación en el servicio exige un perfil de vendedor diferente al tradicional: ya no se trata de vender a cualquier precio, el objetivo sigue siendo vender pero solo a través de conseguir la satisfacción del cliente; es la única forma de conseguir clientes satisfechos y confiados en nuestra empresa y, por tanto, con capacidad para aportarnos resultados recurrentes. Para Cosimo Chiesa, presidente en Barna Consulting Group, en artículo publicado en Expansión, “los días del vendedor extrovertido, locuaz, poco especializado y, a menudo, poco escrupuloso han llegado a su fin. Hay que olvidarse de vender sin información y preparación previa”, dice.
Tenemos que evolucionar rápido, que los datos y las expectativas, por más que nos empeñemos, no confirman los frecuentes apuntes de remontada. Inmediatamente volvemos a esa especie de depresión en que estamos sumidos, y así no se levanta nada. Pero es que, efectivamente, los análisis son los que son, como el que presentaba AFI, en el que prevé que la economía española seguirá destruyendo empleo en los próximos meses, hasta sufrir un retroceso del 2,7% en tasa interanual en el mes de enero, lo que supondrá un nuevo mínimo, de 17,7 millones de trabajadores. Esta información contrasta con la facturación de la industria, que creció un 4,4% en septiembre con respecto al mismo mes del año anterior (son ya 21 meses consecutivos de crecimiento), por un 9,5% que creció desde enero.
Finalmente, como intentamos siempre, terminamos con una buena noticia a nivel local, como es el repunte del nº de cruceros atracados en Alicante en lo que llevamos de año, que supera en un 76% al mismo periodo del año anterior. Y aunque esta actividad no nos hará salir de la crisis, es verdad que para una ciudad básicamente turística como Alicante, el turismo de cruceros es un complemento magnífico a las líneas de promoción turística más extendidas.