- 30 marzo, 2014
- Publicado por: Carmenojeda
- Categoría: El Círculo
He realizado recientemente un curso sobre el desarrollo del Liderazgo Inspirador, impartido por Richard Boyatzis, Profesor de Comportamiento Organizacional en la Case Western Reserve University, experto reconocido mundialmente por sus aportaciones al campo de la inteligencia emocional aplicada al liderazgo, y autor de números libros y artículos sobre el tema.
La tesis de Boyatzis es que el ejercicio del liderazgo entraña en sí mismo una serie de factores estresantes que culminan en el “síndrome del sacrificio” del líder, minando su efectividad y competencia. Una especie del círculo vicioso del que no es fácil escapar.
Los líderes tienen necesariamente que influenciar a otros, de los que depende el éxito de su trabajo diario. Seguramente se sienten responsables de los resultados del esfuerzo colectivo. Continuamente están siendo evaluados por su entorno en 360º presionados desde arriba, desde abajo y a su mismo nivel en la jerarquía.
Este día a día en el que se desenvuelven implica verse sometidos a un flujo interminable de situaciones estresantes que se vuelven crónicas y ponen en riesgo su capacidad para ser efectivos, innovar y aprender, por no hablar de su salud física y mental.
Pero ¿cómo salir de esta trampa y contrarrestar estos efectos? Según las investigaciones de Boyatzis, Goleman y otros expertos, la solución está en mantener activado el Sistema Nervioso Para-Simpático (SNPS), responsable de reducir la presión sanguínea y de reforzar el sistema inmune, mediante tres claves:
1) Incremento de la conciencia y la capacidad de percepción: permite elegir cómo responder a las personas y las situaciones. Permite ser consistente y auténtico. No hay progreso profesional posible sin ser consciente de uno mismo y del impacto que causamos en los demás. Cultivar el desarrollo de hábitos que permiten la percepción de uno mismo y de los demás es un antídoto necesario para paliar el Síndrome del sacrificio del líder. Este incremento de auto-conciencia es también el primer paso para el desarrollo de la inteligencia emocional. Sin auto-percepción, no puede haber auto-control.
2) Mantener la esperanza: sostener una visión factible y optimista, en la que nos vemos capaces de alcanzar nuestros objetivos es una herramienta muy potente para contrarrestar el Síndrome del sacrificio. Además, como todas las emociones, es altamente contagiosa, solo que en este caso lo que contagiamos es Inspiración. Elemento clave en tiempos de crisis.
3) Tener compasión: la compasión entendida como el interés por el bienestar y desarrollo de los que nos rodean es uno de las palancas más eficientes para reducir el estrés, porque activa inmediatamente el SNPS. Aunque parezca un término casi religioso, la compasión es consustancial a la naturaleza humana ya que empieza con la curiosidad: ¿cómo se sienten? ¿por qué se comportan así? A medida que crecemos, vamos remplazando esa innata curiosidad por una suficiencia que nos lleva a creer que ya conocemos a las personas, que sabemos cómo funciona el mundo y nuestra capacidad de sorpresa disminuye. La curiosidad auténtica va ligada a la comprensión y a la empatía: si de verdad te interesa saber cómo está el otro lo que buscas es comprender sin juzgar.
Estas tres son las claves del liderazgo sostenible. Si ejerces un puesto de liderazgo y sientes que te puede el estrés, no dudes en poner en práctica estos tres consejos. Las personas de tu entorno lo agradecerán.