- 16 enero, 2012
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
A estas alturas, seguro que entendemos bien los beneficios que reporta a una empresa trabajar con un sistema de gestión de la calidad, específicamente a través de la norma ISO 9001.
La pregunta es ¿cómo lo implantamos?, ¿qué fases?, ¿qué recursos?, ¿Qué controles?.
Un programa de estas características, que tiene que implicar a toda la empresa y que se tiene que adecuar –desde unos procedimientos lo más normalizados posibles- a las características específicas de cada empresa, no se puede consolidar si no cuenta con el apoyo convencido de la alta dirección de la compañía que es, sin duda, el primer requisito para decidir avanzar por el camino de la gestión de la calidad. Su éxito a medio y largo plazo exige el compromiso de todos en la empresa, impulsado por el ejemplo de la alta dirección. Aquí, como en ningún otro sitio, predicar con el ejemplo es fundamental.
Si la dirección no está totalmente convencida de la bondad del sistema y dispuesta a mostrar ese compromiso en su actitud y actividad diaria, es mejor no comenzar, ya que los fracasos en la implantación de un sistema de gestión de calidad –que suele levantar amplias expectativas entre los empleados- tienen consecuencias negativas sobre la moral de las plantillas y aplazan durante mucho tiempo nuevos intentos de poner en marcha un programa necesario para competir, en unos momentos en los que el tiempo no es precisamente un factor sobrante en las empresas.
Y tras el compromiso de la dirección, debemos comenzar a preparar las bases para la calidad, para lo que es necesario crear una estructura específica (que no necesariamente debe ser amplia ni con dedicación exclusiva- aunque sí suficiente-) que sea la responsable de impulsar, coordinar y seguir la implantación, el desarrollo y el seguimiento del sistema.
Objetivar y conocer la evolución de la calidad, tal como la hemos definido y diseñado, es clave para avanzar, lo que exigirá crear indicadores y medir, medir, medir…
Una vez tenemos el compromiso de la dirección y la estructura básica para la gestión de la calidad, estamos en condiciones de comenzar la fase de implantación.