- 13 octubre, 2013
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
Hemos dicho en reiteradas ocasiones en este blog que en entornos tan dinámicos, que se mueven con tanta rapidez como ocurre hoy prácticamente en todos los sectores, la capacidad de adaptación al cambio es fundamental para sobrevivir. Cambio que también hemos dicho que no es probable que se pare en el futuro.
Esta es la situación en la que estamos y en la que probablemente estaremos de aquí en adelante.
Los tiempos en que los objetivos de las empresas se cumplían solo con la decisión – y el esfuerzo, por supuesto- de alcanzarlos a partir de un futuro previsible, forman parte de una historia pasada que seguramente no se volverá a repetir, al menos en lo que podemos alcanzar a vislumbrar.
El éxito sostenido exige más, mucho más. No solo la decisión de alcanzarlo a partir de una estrategia clara definida por la dirección de la empresa. Hoy, más que en ningún tiempo pasado, para progresar y hacerlo con un mínimo de seguridad de que ese progreso será sostenible en el tiempo, es necesario contar con las capacidades, la participación y el compromiso responsable de los empleados.
La adecuación dinámica persona/puesto y el desarrollo del potencial de toda la plantilla en el marco de una cultura empresarial que lo facilite son, por tanto, elementos fundamentales para competir en este entorno dinámico, complejo y muchas veces hostil en el que se mueven las empresas.
Las personas son fundamentales para hacer frente a los importantes retos a los que se enfrentan las empresas, tanto de carácter económico como de carácter social. Son en realidad la clave del éxito (los sistemas, los productos, la tecnología, … apoyan la consecución de los objetivos de la empresa, pero solo las personas los alcanzan).
La gestión de la plantilla con visión de largo plazo es, en este contexto, básica para asegurar hasta donde eso es posible la continuidad del negocio.
Hablo de la gestión del potencial de los empleados, de lo que cada una de las personas en la empresa puede llegar a desarrollar en el marco de nuestra organización. Hablo de futuro, que eso es la gestión del potencial de los empleados: asegurar que estamos en las mejores condiciones siempre para hacer frente a los retos que nos depara cada día el mercado, nuestros clientes, los competidores, la sociedad.
Es aquello de que “cada día tiene su afán” y tenemos que estar en condiciones de abordar con garantías el afán de cada día.
En este punto, es importante diferenciar Rendimiento (lo que hacemos hoy) de Potencial (la capacidad para abordar los retos futuros), y esto a partir de futuro conocido (decisión de la empresa, por ejemplo, de iniciar un programa de expansión en China dentro de dos años, lo que exigirá comenzar a preparar a una parte de la plantilla en idioma, cultura, mercado, … del nuevo territorio en el que pretendemos desarrollarnos), como especialmente, desde un planteamiento genérico, para un futuro incierto.
Identificar capacidades de las personas de la empresa aplicables al negocio en el sentido más amplio y apoyar su desarrollo con un planteamiento estratégico, es trabajar desde las áreas de Recursos Humanos con una visión empresarial y de negocio que tiene que contribuir a consolidar la importante función y responsabilidad que las áreas de Personas tienen en el éxito sostenido de la empresa, y que no siempre es reconocido como corresponde por muchas empresas para las que, especialmente en tiempos de crisis, salvar el día a día es no solo una prioridad imprescindible (para que la empresa tenga éxito en el futuro, es necesario que sobreviva hoy, y mañana, …) sino casi la única obsesión. Este es un tema que admite mucho debate.