LA FORMACIÓN EN LA EMPRESA

Hemos dicho en reiteradas ocasiones en este blog que las personas son la principal fuente de ventajas competitivas para la empresa porque son uno de los pocos activos no copiables a los que puede aspirar, y las ventajas competitivas, para que sean sostenibles, deben construirse sobre elementos que difícilmente puedan reproducir nuestros competidores.

Esos elementos son fundamentalmente intangibles y, entre ellos, las personas marcan la diferencia.

Pero para que sea posible, las personas de la empresa deben estar implicadas, comprometidas con la compañía, cualificadas, preparadas para trabajar en entornos inciertos y muy competitivos … en definitiva, permanentemente formadas y conscientes de la necesidad de adaptarse a un entorno, también en los negocios –principalmente en los negocios-, cambiante.

En este punto, en la gestión del cambio, en la adaptación a entornos diversos, la formación juega un papel fundamental en tanto que es el instrumento básico que tiene la empresa para mejorar su capacidad competitiva a través del perfeccionamiento profesional y personal de sus empleados.

Un comentario muy breve sobre un tema que también hemos mencionado en alguna ocasión: la empleabilidad o capacidad objetiva del empleado para incorporarse a un puesto de trabajo de similares o superiores características (y retribución) al que desarrolla actualmente. Y esta ya no es una obligación de la empresa actual; esta es una obligación del empleado, un compromiso consigo mismo, hoy urgente dada la inestabilidad que aún persiste en el mercado laboral.

El comentario viene a cuento de que la formación, que es sin duda una necesidad de la empresa si quiere estar siempre en situación de competir al menos en las condiciones del mercado, es también una necesidad y una obligación del trabajador si quiere progresar profesionalmente o, al menos,  estar siempre en condiciones competitivas personales para acceder a un puesto de trabajo (la pregunta es ¿estaría otra empresa dispuesta a pagarme al menos lo mismo que mi empresa actual por mi trabajo?, si la respuesta es afirmativa, vamos por el camino correcto, pero si la respuesta es negativa, algo estamos desatendiendo a nivel personal en cuanto a nuestras necesidades de adaptación al entorno laboral, y deberíamos corregirlo cuanto antes).

La formación, por tanto, es, en mi opinión, una obligación compartida empresa/trabajador imprescindible para el progreso de las dos partes, máxime en épocas turbulentas como las que vivimos, y aunque confiamos en entornos económicos y financieros mucho más favorables en el futuro, la intensidad competitiva difícilmente decaerá.

Su objetivo general, por tanto, es añadir valor a la empresa y a los empleados, apoyando la creatividad, la flexibilidad, la adaptación al cambio, la productividad, así como la compatibilidad entre los objetivos de la empresa y los del trabajador.

Se concreta en el plan de formación que parte necesariamente de los requerimientos organizativos de la empresa (productos, servicios, procesos, cultura, estrategia), que se comparan con las competencias de los empleados, dando lugar a un mapa de competencias no cubiertas de las que derivarán necesidades concretas de formación que es necesario convertir en programas y acciones individuales o colectivos, tendentes a adaptar las capacidades de la empresa y de sus trabajadores a las exigencias del entorno actual, a la vez que prepara a toda la organización para asumir los retos que a futuro se nos van a presentar.

De la eficacia de la formación, depende, pues, en gran medida el éxito sostenido de la empresa, lo que convierte en imprescindible su evaluación. Pero eso lo veremos en próximos artículos en este blog.



Author: Francisco
Colaborador del Círculo de Economía de Alicante.

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