- 15 mayo, 2012
- Publicado por: Marcos
- Categoría: El Círculo
Las empresas, por pura razón de ser, persiguen la obtención de beneficios. Y es una cuestión completamente honrada y ética. Los accionistas arriesgan su dinero creando una empresa, de la que esperan obtener beneficios recurrentes
¿Y cómo cuadra eso con la ética? Pues desde un punto de vista finalista, tratando solo de ver los beneficios como un objetivo más, imprescindible sin duda, entre todos los que persigue la empresa y por supuesto, no a cualquier precio. Y el beneficio ha de partir de la premisa de que en el mundo de los negocios nos tenemos que plantear esos beneficios en una relación gana-gana. Es decir, no podemos perseguir nuestro beneficio, aún a costa de hundir al resto de empresas, presionando a nuestros proveedores más allá de lo razonable, o ignorando la satisfacción de las necesidades de nuestros clientes con el consumo de nuestros productos, lo que no es nada sostenible.
Porque esto sería la ley de la selva. Y aunque parezca despiadada, los leones seguirán sobreviviendo si existen gacelas. Y si los leones hacen desaparecer las gacelas, también ellos desaparecerán. Por lo tanto, el beneficio nos lo tenemos que plantear en un equilibrio con el resto de participantes en nuestro mundo comercial y en el largo plazo, de forma que quizás hoy no consiga el máximo beneficio que pudiera obtener, quizás no me coma todas las gacelas que podría comerme, pero me garantizo que este beneficio se producirá de manera recurrente en el largo plazo, si todos ganamos.