- 13 enero, 2014
- Publicado por: Bartolome
- Categoría: El Círculo
En un entorno altamente competitivo y variable como el actual, es importante tomar decisiones estratégicas. Una estrategia es la herramienta que marca la diferencia entre las empresas profesionales y con ambición de crecimiento de las que no lo son. El principal objetivo de ésta es “ayudar a la empresa a tener éxito”.
Para establecer una estrategia es fundamental tener objetivos claros, es decir, saber qué metas pretende alcanzar la empresa, un profundo conocimiento del entorno competitivo (amenazas y oportunidades), hacer una valoración de los recursos internos (fortalezas y debilidades) y una implantación eficaz, no basta con formular buenas estrategias.
A la hora de definir y desarrollar una estrategia empresarial en nuestra compañía podríamos establecer tres etapas.
La primera, consistiría en un Análisis y diagnóstico estratégico, es decir, un análisis externo del entorno de la empresa en general o macroentorno, en lo que se refiere a economía, tecnología, estructura social, entorno natural y un análisis del entorno específico de la empresa o sectorial de la zona geográfica en que opera la empresa (basado en el modelo de Porter) en el que analicemos quienes son los competidores potenciales, los clientes y su poder negociador, el poder negociador de nuestros proveedores, quienes son los competidores actuales y / o la amenaza de productos sustitutivos.
El análisis del entorno nos proporcionará información actual y futura del medio externo que rodea a la empresa, que nos permita tomar las decisiones más adecuadas para mantener y mejorar la ventaja competitiva de la compañía.
El análisis interno de la empresa nos permitirá identificar los puntos fuertes y débiles de ésta, es decir, fortalezas y debilidades. Las fortalezas para cuidarlas y apoyar sus decisiones en estos puntos fuertes y las debilidades para identificar los puntos débiles para poder mejorarlos, en relación a la competencia o empresas del sector.
Segunda, Formulación de Estrategias. En función del análisis realizado se trata de decidir cómo la empresa va a alcanzar los objetivos fijados, ya sea estableciendo estrategias de tipo corporativo, es decir, ¿dónde vamos a competir?, ¿en qué negocios?, ó de tipo competitivo, ¿cómo vamos a competir?
En esta fase, podríamos plantear escenarios y pensar que estrategias son las más adecuadas para tener éxito en cada uno de ellos.
Formulamos estrategias en función del escenario posible que pueda darse. Así en caso de que se produjera cualquiera de los escenarios previstos, aumentaría la capacidad de respuesta para adaptarse al entorno.
Tercera, Implantación de la estrategia. Se trata de poner en marcha la estrategia diseñada. Comprende la toma de decisiones y actividades necesarias para su puesta en funcionamiento. Existen varias herramientas para ponerla en práctica, como puede ser la creación de un Cuadro de Mando Integral, que consiste en desagregar la estrategia formulada, en objetivos que afecten a todos los departamentos de la empresa.
La clave para que una estrategia se ponga en marcha correctamente, es que las personas que forman parte de la organización la entiendan ya que son las que tienen que ponerla en práctica.
Los directivos y mandos intermedios que establecen estrategias empresariales, consiguen aumentar la probabilidad de éxito de sus empresas y la capacidad de reacción a los cambios en un entorno cada día más complejo y de cambio constante al que las PYMES deben adaptarse de forma rápida y dinámica.
Estar preparados y tomar decisiones acertadas en el momento oportuno puede ayudar a tu empresa a generar la rentabilidad necesaria.
(Bartolomé Marco es profesor en el Máster en Dirección y Gestión de Pymes de la UA)