- 29 julio, 2012
- Publicado por: Enrique Javier Fur
- Categoría: El Círculo
Seguimos inmersos en una crisis que dura ya cinco años; crisis que, además, llegó casi por sorpresa cuando la deberíamos haber reconocido con la antelación suficiente y tomar medidas que limitaran sus efectos.
Pero la realidad es que durante el verano de 2007 parece que se hubiera hundido el mundo, con el agravante de que costó mucho reconocerlo, lo que agudizó un impacto que ha derivado en una falta de confianza de los mercados en nuestra economía (y en otras economías occidentales), lo que dificulta la fluidez necesaria en las relaciones comerciales, agravada, sin duda, por una fuerte crisis financiera que afecta de manera importante al crédito hacia las empresas.
Es una especie de “pescadilla que se muerde la cola”: falta confianza, hay menor actividad comercial, muchas empresas no pueden soportar sus costes ante la muy importante reducción de ingresos, cierran, aumenta el desempleo, se reduce el consumo, aumenta la desconfianza, …
Pero tímidamente parece que comienzan a aparecer luces de esperanza, aunque creo que falta decisión en las instituciones europeas para abordar políticas claras que apoyen el crecimiento y la solvencia conjunta –e individual- de las economías del euro. La reciente declaración de apoyo expreso al Euro por parte del Presidente del Banco Central Europeo ha tenido un efecto inmediato en la liberación de tensiones que se estaban produciendo en las últimas semanas y que para España comenzaban a resultar insoportables. Ahora esa declaración de intenciones debe concretarse en programas concretos de acción si no queremos que, como otras veces, todo quede en palabras y los mercados retomen sus ataques.
Vivimos en el cambio, es el signo de nuestro tiempo, y esto creo que ya no va a cambiar, lo que exige una cierta flexibilidad a las empresas para manejarse en entornos que a partir de ahora serán, en mi opinión, siempre inciertos.
Sin duda es una situación compleja pero esto no es nuevo ni probablemente cambiará mucho en el futuro salvo en la que espero progresiva solución de esta crisis que arrastramos en los últimos cinco años.
Pero el resto de factores que inciden sobre la situación de las empresas (la globalización, la internacionalización de la economía, la emergencia y rápida extensión de las tecnologías de la información y las comunicaciones) están aquí para quedarse, y esto incorpora tensión competitiva y exige nuevas formas de hacer, nuevas formas de competir y contar con recursos en muchas ocasiones diferentes de los que la empresa posee y que en el pasado le permitieron evolucionar correctamente.
La apuesta por la innovación así como por la internacionalización (si agentes externos vienen aquí, nosotros debemos salir también al exterior. Esto, además, nos puede blindar ante futuras crisis que ocurrirán, aunque no de manera generalizada en todos los países), solos o cooperando con otras empresas, son clave, en mi opinión, para ganar el futuro.
Las medidas adoptadas hasta ahora entiendo que son, en general, necesarias para enfriar una economía que durante algunos años creyó haber descubierto la piedra filosofal del crecimiento continuo sobre la base de dinero abundante y muy barato, que finalmente ha mostrado su condición de insostenible.
Pero hasta ahora han sido básicamente medidas de ajuste que en el corto plazo agravan el debilitamiento del consumo, la recesión, el desempleo, aunque puedan ser beneficiosas a largo, pero no debemos olvidar que para llegar al largo plazo primero tenemos que superar el corto, por lo que medidas que ayuden a reactivar la economía en el corto plazo creo que son necesarias ya; medidas que ayuden a ofrecer confianza a los mercados, que apoyen el flujo del crédito, que incentiven el consumo de nuestros productos, … son imprescindibles si no queremos quedarnos solo en un presente triste.