- 14 diciembre, 2011
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
La globalización, impulsada en gran medida por el extraordinario avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones, es una realidad social y por tanto económica de primera magnitud. Probablemente es el factor de cambio más importante que hemos conocido en los últimos 50 años.
Se trata de un proceso que nos podrá gustar más o menos pero que, en cualquier caso, no tenemos más remedio que aceptar y en la medida de lo posible gestionar. En esto, como en ninguna otra cosa, solo vale el pragmatismo: son las nuevas reglas del juego para las empresas a las que, como decía una buena vieja amiga, o te aclimatas o te aclimueres.
La progresiva liberalización de las transacciones comerciales, la apertura de los mercados y la creación de espacios mucho más amplios y libres, abiertos a las empresas, está llevando en estos últimos 20 años a un incremento muy notable de la competencia.
Competencia entendida en todas sus acepciones:
– Competencia como capacidad y cualificación para hacer las cosas bien.
– Competencia como capacidad para competir asociada al concepto de competitividad, es decir, ser capaces de definir ventajas competitivas para nuestra empresa en el sector.
– Competencia, finalmente, como punto de encuentro de las empresas con ofertas de valor diferentes dirigidas a captar en muchas ocasiones al mismo cliente.
Esta liberalización, que ha roto muchas de las barreras de entrada tradicionales en los diferentes territorios nacionales, ha impulsado la aparición de muchos y nuevos competidores, tanto en el ámbito internacional como en nuestro propio ámbito doméstico, lo que obliga a nuestras empresas a salir también al exterior. Un buen ejemplo es la noticia que ayer publicaba Información sobre que medio centenar de empresas españolas, en su mayoría de la Comunitat, han puesto sus ojos en Orán, capital de Argelia. El país magrebí ofrece un plan de obra pública de 212 millones de euros entre 2012 y 2014. El medio es el Foro de Oportunidades de Cooperación Económica y Empresarial entre Argelia y España y el canal, Casa Mediterráneo. La institución alicantina es la que ha organizado el desembarco y ha logrado el apoyo gubernamental argelino en favor de los constructores españoles.