- 29 abril, 2013
- Publicado por: Enrique Javier Fur
- Categoría: El Círculo
Un recurso fundamental hoy para cualquier empresa, independientemente del sector de actividad en que se encuentre, es la información, sin la cual las posibilidades de competir con éxito son muy escasas.
Con el avance tecnológico que se ha producido en los últimos 15 años, especialmente asociado al desarrollo y amplia implantación de internet, la información a la que pueden acceder las empresas se ha multiplicado, es muy fácilmente compartible y se puede obtener en el momento en que se produce.
El problema con que se encuentran las empresas es el de identificar las fuentes fiables de esa información y los canales de acceso, así como transformar esa información en conocimiento útil para el negocio: expectativas de sus clientes-objetivo transformables en productos/servicios diferenciales, actuación de competidores, precios de mercado, percepción de los clientes sobre la realidad de nuestra empresa (las investigaciones de mercado, las redes sociales, los chats, etc. pueden darnos mucha información al respecto), productos alternativos, proveedores, nuevos materiales, formas de gestión adecuadas a los nuevos tiempos (trabajo en equipo, identificación de posibles nuevos clientes en el mercado global (internacionalización, …), orientación al cliente, fidelización del empleado, ….
Y el conocimiento, ya lo hemos dicho en otros momentos, es un elemento que crece cuando se comparte: si dos personas tienen una información diferente cada una y las comparten, las dos pasan a tener dos informaciones distintas, con lo que hemos multiplicado por dos la trascendencia de la información, y esto a nivel global multiplica enormemente la difusión, facilitando a la vez la mejora y profundización en el conocimiento por la reelaboración que del mismo van realizando las personas que acceden sucesivamente al mismo.
Se trata de un elemento imprescindible hoy para permanecer en el mercado, que tenemos que captar, tratar y distribuir interna y externamente de la manera más adecuada para mejorar nuestra capacidad de competir, la gestión de la empresa, nuestro índice de eficiencia y nuestra capacidad de llegar de manera diferencial y a tiempo a cada uno de nuestros clientes objetivo.
Tenemos que desarrollar, por tanto, organizaciones con capacidad y disposición al aprendizaje, lo que exige tecnología informática –que ya existe- y nuevas formas de gestión de personas y recursos orientadas a la captación de la información relevante, su transformación en conocimiento útil y su difusión a todas las partes de la empresa para las que suponga un valor añadido que apoye la definición de ventajas competitivas sostenibles para nuestra organización.
En este punto, con la evolución –cuando no revolución- constante del entorno que rodea a las empresas y que exige su adaptación continua a las nuevas exigencias del contexto que rodea a cualquier organización, contar con la participación convencida de toda la plantilla y su compromiso compartido con los objetivos de la empresa en tanto que útiles para el desarrollo social y facilitadores de los objetivos razonables individuales de cada uno de sus miembros, es la clave. Y ese compromiso de los empleados exige a la empresa transparencia, confianza, trabajo en equipo, formación continua y apoyo al desarrollo personal y profesional de todos sus miembros, y por supuesto compromiso social, desarrollo de políticas de responsabilidad social corporativa (con la propia empresa, con sus empleados, con el entorno próximo, con la sociedad en general).
Con estos criterios de gestión y las herramientas adecuadas, podemos y debemos convertir la información relevante para la gestión en una auténtica ventaja competitiva de nuestra empresa al tratarse de un elemento invisible, intangible y, por tanto, muy difícil de copiar.