- 20 marzo, 2012
- Publicado por: Palmiro
- Categoría: El Círculo
Una de las características del mundo en que vivimos es la temporalidad. Estamos acotados, limitados y sujetos al tiempo.
Cualquier acontecimiento, una vez sucede, se convierte, automáticamente, en un hecho del pasado, aunque a veces nos gustaría volver atrás y hacer las cosas de otra manera, pero es imposible, “lo hecho, hecho está”, como dice la célebre frase bíblica, y todo lo que hacemos o dejamos de hacer deja una consecuencia, un rastro, una huella indeleble:
El alumno desea repetir el examen, que le ha salido mal porque estaba nervioso;
El conductor querría disponer de una segunda oportunidad para evitar el accidente que ha tenido por hacer un mal adelantamiento;
Al comercial le gustaría volver a entrevistarse con su cliente y llevar mejor preparada la negociación;
El profesional quiere hacer bueno, en esta nueva ocasión, el dicho “he hecho todo cuanto estaba en mi mano”, lo que significa empezar a tope desde el principio y no desde la mitad del periodo;
Al banquero que dio la primera hipoteca subprime le agradaría que retrocediese el tiempo y volver a dar la hipoteca, pero esta vez con el rigor del buen profesional;
Por unas cosas o por otras, todas las personas deseamos una nueva oportunidad, deshacer el mal hecho y volver a hacerlo de nuevo. Dado que el tiempo no nos lo permite, a lo sumo que podemos llegar es a hacer un tachado sobre la palabra mal escrita, con lo que aquella se invalida, pero el rastro, la huella permanece. Algunas personas lo expresan diciendo “perdono, pero no olvido”.
Hace tiempo descubrí el invento capaz de burlar al tiempo y de concederme esa segunda oportunidad que ansío. Todos la tenemos a nuestro alcance. Me refiero a la tecla “Supr” del teclado de nuestro ordenador.
Realmente, es fantástico que pueda pulsar esa tecla y no quede ni huella de la letra, palabra o frase que acabo de borrar porque no me gustaba, brindándome la oportunidad de recrear la redacción del escrito. Sin ir más lejos, hasta dejar el presente artículo tal como está, he gozado de un montón de oportunidades, tantas como las que he deseado y el “tiempo”, con su incesante transcurrir, no me lo ha podido impedir.
Qué magnífico sería poder disponer de un teclado personal interior, para poder borrar y reparar tantos fallos y errores que he cometido a lo largo de mi vida, porque, a diferencia de otras personas que afirman no arrepentirse de nada de lo que han hecho en sus vidas, yo sí me arrepiento de muchas.
Lo dicho, me encanta la tecla “Supr”.