- 6 enero, 2014
- Publicado por: Francisco
- Categoría: El Círculo
Quizás en este punto convenga retomar un tema que hemos tratado desde diferentes perspectivas en el blog: la cultura empresarial, cómo es la empresa realmente, no “cómo querría la dirección que fuera”, y lo ponemos entre comillas porque en muchas ocasiones la teoría y la práctica de gestión no son del todo coherentes en la empresa. Decimos una cosa y nos comportamos de manera diferente y en ese caso no debemos tener ninguna duda, nuestros empleados verán y creerán lo que hacemos, no lo que decimos.
El desarrollo profesional positivo, el que procura el crecimiento conjunto empresa/empleados desde la transparencia, encuentra su caldo de cultivo adecuado solo en empresas con una cultura clara de progreso, orientada al cliente pero sobre la base del compromiso de y con los empleados, del trabajo en equipo, con el objetivo final de aumentar el valor para los accionistas (propietarios) a través de establecer relaciones fluidas y duraderas con clientes, empleados y entorno social de la empresa.
Haciendo compatible, por supuesto, el trabajo en equipo con el logro de los objetivos individuales que generen una cierta tensión positiva y el interés por avanzar de toda la organización. Buscando sinergias, apoyos mutuos que faciliten el trabajo conjunto y los objetivos globales, a la vez que los individuales.
Y esto es otra vez cultura organizativa. Es importante fijar, siempre que sea posible, objetivos personales para que todos en la empresa tengan un aliciente adicional individual, asociado a incentivos de algún tipo, pero que se consigan realmente siempre que previamente el grupo haya alcanzado sus objetivos conjuntos.
Se trata, pues, de comprometer a todos y desarrollar sobre ese compromiso el progreso profesional individual, con apoyos, de manera, como decía, transparente, objetiva, estratégica.