- 20 febrero, 2012
- Publicado por: Consuelo
- Categoría: El Círculo
El jueves 9 de febrero acudí como invitada a un evento TEDx que organizó Fundesem, Escuela de Negocios con sede en Alicante. Los ponentes nos invitaron a llenar nuestra mochila, que habíamos vaciado para la ocasión, con algunas ideas de las que allí surgieran, y me gustaría en este post compartir algunas de las que me llevé.
Varios ponentes resaltaron la importancia de rodearse de un ambiente positivo en el trabajo, algo que ya conocíamos pero no está de más recordar. “Contratemos gente positiva”, nos decía Emilio Duró, propietario dela empresa IterConsultores, mientras que Joost Wouters, director gerente de la consultoría de coaching ejecutivo Actimpact Consulting Team SL, mencionaba “lo fácil que es empezar a vibrar en onda negativa si lo que nos rodea es negatividad” y Juan Carlos Cubeiro, gran experto en talento y coaching, citaba “saborear la vida”, “agradecer” y “ser optimistas”, como algunas de las claves para superar una “crisis que aún no se ha definido, y que no es más que la agregación de nuestros miedos”.
Desde un enfoque menos centrado en psicología positiva pero igualmente interesante, Fernando de la Rosa nos contó su visión sobre innovación, productividad y enfoque a resultados en nuestro país. Él asocia la baja productividad de las empresas con nuestro sistema educativo, una falta de productividad relacionada con el predominio, ya desde la escuela primaria, de criterios de asistencia frente a no asistencia, y de estructuración secuencial del aprendiza en lugar de por resultados obtenidos.
Trasladado al mundo de la empresa, esto nos lleva a culturas de presencialismo y ascensos por antigüedad frente a culturas de talento y enfoque a resultados. Además, es un sistema que no fomenta la innovación al basarse en el estudio de aciertos más que en el análisis de errores.
De la Rosa piensa que es necesaria una transformación para cubrir esta necesidad del sistema. El propio vocablo trans-formación –formar más allá- nos lleva a plantearnos la trascendencia de lo que aprendemos, cómo lo hacemos y cuáles son nuestras motivaciones para ello. Si varias de las cuestiones que nos inspiran a formarnos, como el acceso al conocimiento y a una red de contactos, han sido sustituidas por Internet, y otra de las motivaciones fundamentales, como el acceso al mercado laboral, está cuestionada en este momento, quizá la motivación principal sea ahora tener mayor libertad para elegir nuestro futuro.
La formación nos hará libres, pero para ello tiene que ser más abierta –menos centrada en el profesor y más en la inteligencia colectiva-; más accesible –las nuevas tecnologías ya han allanado el camino-; y debería ser más social, para que los futuros empresarios quieran generar valor no sólo para ellos mismos sino también para la sociedad en que se ubican.
Mi mochila fue adquiriendo a lo largo de la tarde un volumen considerable: formémonos para ser más libres para elegir, más felices, más productivos; rodeémonos de gente positiva; evitemos que la tan manida crisis se convierta en una anquilosante suma de miedos y cuidemos nuestra actitud para poder inspirar a otros. La intención ahora es ir vaciándola, practicando esas ideas, cada día.