¿Competitividad en la Empresa? Ni hablar.

“¿Es buena la competitividad?” preguntó un consultor. “Claro que es buena, siempre” se anticipó un director. Se equivocaba. Como casi todas las personas que acaban una frase con “siempre”.

El mundo occidental acepta la competitividad como un valor, una fortaleza. Así nos lo han ido transmitiendo. Yo mismo me he sorprendido confirmándolo en voz alta.

Pero no en aquella ocasión. Fui consciente que decir que la competitividad es buena en mi empresa (de eso se trataba) significaba lo siguiente:

–          La competitividad es buena con mi compañero de departamento:

Si soy coherente entonces debo ocultarle mis mejores ideas (únicamente decírselas a mi jefe y sin taquígrafos). Tampoco debo recordarle las fechas clave ni advertirle de mis tropiezos del pasado.

–          La competitividad es buena con compañeros de otros departamentos:

En dicho caso los miraré con recelo. Mi área tiene más impacto en el beneficio de la empresa que la de ellos. Y así debo demostrarlo continuamente en cada contacto.

–          La competitividad es buena con mi jefe:

Siendo congruente, no debo facilitarle nunca toda la información. Los golpes de efecto solo cuando esté delante el jefe de mi jefe. Y debería aprovechar sus vacaciones para hacer ver a todos que puedo sustituirle.

Quizás estés pensando que exagero. ¿Pero qué significa ser competitivo? ¿Qué suponemos que es bueno? La R.A.E. nos muestra dos definiciones de competitividad.

1. “Capacidad de competir”. Y “competir” es “contender entre sí, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa”. Luego uno pierde y otro gana.

2. “Rivalidad para la consecución de un fin”. Y “rivalidad” es “enemistad producida por emulación o competencia muy vivas”. ¿Has oído? Enemistad.

Si trabajamos acorde con lo que apoyamos, la competitividad con nuestros compañeros y jefes, estamos orientando el ambiente de la empresa a la ruina. En ocasiones no terminamos de conocer el origen del malestar laboral de nuestra oficina. ¿Quizás parte provenga de este culto activo y/o pasivo a la competitividad?

Admito que podría entenderla con la persona que realiza exactamente tu trabajo en la competencia. Sin embargo, este sentimiento sería del todo inútil pues:

No sabes su nombre. No le conoces. No le puedes hacer daño. No sabes sus fortalezas ni debilidades…

Por todo ello, seamos prácticos y enunciemos un verdadero elogio de:

–          La cooperación. Con compañeros de todas las áreas. ¡Viva la multidisciplinaridad!

–          La autosuperación. Enfócate en desarrollar tu propio potencial. Define indicadores para demostrarte que este año eres más experto que el anterior (y menos que el siguiente).

Y ya sabiendo todo esto, asegúrate de encontrar una empresa lo suficientemente lista para no exigirte ser competitivo y simplemente reparar en tu valía, que por si lo habías olvidado, es extraordinaria.



Author: David Rueda Cantuche
Director de Marketing y BPO en Necomplus

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