- 31 octubre, 2014
- Publicado por: admin
- Categoría: Actualidad

Esta fue una de las conclusiones de Julio Linares, vicepresidente de Telefónica, en la conferencia que pronunció en Alicante el pasado 30.10 en el arranque del Foro Síntesis, organizado por el Círculo con el apoyo del Máster en Dirección y Gestión de Empresas de la Universidad de Alicante.
Estamos empezando a vivir una nueva revolución que puede llegar a tener tanto impacto como las anteriores revoluciones agrícola e industrial, con cambios muy profundos, irreversibles e imparables, que afectan a la sociedad, a nuestras vidas y a las empresas e instituciones: estamos en el inicio de la Revolución Digital, que avanza a toda velocidad.
Se estima que en el mundo hay 7.000 millones de móviles, lo que significa que muchas personas no tienen agua ni electricidad pero tienen móvil. Hay 3.000 millones de internautas, muchos de los cuales comparten vida social en las redes, a las que se conectan en este momento 13.000 millones de dispositivos. Algo está ocurriendo y no lo podemos obviar.
Estamos empezando a ser móvil-dependientes: muchos de los poseedores de móvil lo tienen a menos de 1 metro de distancia las 24 horas del día; el 76% es lo primero que mira al levantarse y el 54% lo último que ve antes de acostarse. Y no parece que el futuro vaya a corregir la tendencia: las encuestas apuntan que en la Navidad pasada, el 50% de los niños preferían una tablet a un juguete convencional.
Y esto no es neutro para las empresas. Existe un gran mercado de bienes virtuales (productos digitalizables), estimado en unos 65.000 millones de euros en 2014, con más de 2 millones de aplicaciones para móviles y 5 millones de desarrolladores en el mundo, lo que significa que en España deberían ser más de 100.000 desarrolladores.
Pero esto es solo el principio, la punta del iceberg. Veremos mucho más, impulsado por la movilidad y velocidad de la conexión, la posibilidad de manejar más información en menos tiempo (generalización de la banda ancha), y la tendencia cada vez mayor a tener las cosas almacenadas en la Nube. Con una expectativa en 2020 de 8.000 millones de internautas, frente a los 3.000 millones actuales, con una particularidad adicional: la consolidación de lo que se ha llamado el INTERNET DE LAS COSAS, que define la tercera fase de internet, desde intenet como acceso para buscar contenidos, pasando a la interactividad y las redes sociales, para llegar a la conexión de todas las cosas a internet.
En 2020 podría haber más de 50.000 millones de dispositivos conectados a la red, con una capacidad difícilmente imaginable de captura de datos que es necesario tratar para convertir en información útil para la acción y almacenarla, lo que nos lleva al concepto de Big Data, de manera que será en la información y el conocimiento donde estará el valor en el futuro inmediato, y eso exigirá muchos desarrolladores, apuntando a una especialidad que tendrá una importante demanda de empleo en el futuro inmediato.
Esta nueva realidad impacta directamente en el ámbito de las operaciones en la empresa, que abordado de manera correcta puede ser fuente de mejoras relevantes en nuestro PIB, recuperando una parte importante de la actividad industrial que en los últimos años ha salido hacia países con mano de obra más barata, puesto que la automatización mediante robots de un número creciente de procesos industriales los hará mucho menos dependientes de los costes de la mano de obra, que influirán bastante menos en el coste del producto final. Los drones, sobre los que algunas empresas como Amazon ya están investigando las posibilidades de utilizarlos para entrega de artículos físicos comprados on line, o las posibilidades que ofrecen las impresoras 3D, están empezando a pasar desde la ciencia ficción a nuestra realidad cotidiana.
Estamos ya, por tanto, en un entorno digital, que ofrece oportunidades (Globalización –todo se puede plantear a nivel global-) y desafíos (Inmediatez – la gente cree que lo puede hacer todo en cualquier momento y desde cualquier lugar-, y Disrupciones –cambios radicales que afectan drásticamente al negocio- ejemplos: el PC acabó con las máquinas de escribir; whatsapp ha terminado prácticamente con los sms, etc.)
Estas disrupciones afectan a todos, nadie está inmune. Y en cualquier revolución existen ganadores y perdedores, lo que hace imprescindible la adaptación permanente a este entorno digital, en el que se han integrado más rápidamente los consumidores, están progresando las empresas, y tienen más dificultades las administraciones públicas.
Esa progresiva pero rápida adaptación de las empresas al nuevo entorno se produce por convicción, porque aporta mejoras radicales en eficiencia y sobre todo por necesidad: el consumidor es cada día más digital y se estima que pasa 1/3 de su vida conectado a diferentes medios. Si queremos venderle, tenemos que estar donde él esté, y si ese sitio es la red, ahí tenemos que estar.
Sin embargo, la realidad es que nos queda mucho recorrido por hacer: un 70% de las empresas españolas dicen que tienen estrategia digital, pero solo el 15% de ellas admite tener las competencias necesarias (empresa abierta a colaborar con otros para ganar eficiencia –centrándose cada colaborador en aquello en que aporta más valor-, con procesos digitales y puntos de venta digitales, ágil e innovadora).
Ser digital no es una opción, sino una necesidad y una oportunidad (más del 50% de las mejoras de productividad de la empresa procede de las nuevas tecnologías; las empresas digitalizadas crecen, exportan y generan el doble de resultados que las no digitalizadas, a la vez que generan el doble de empleos en actividades que aportan más valor, las asociadas con el conocimiento.
Julio Linares terminaba su exposición apuntando que no es el momento de temer a las nuevas tecnologías sino de abrazarlas, integrarlas en la gestión y la realidad de nuestras empresas.