Necesitamos optimismo, compromiso y vislumbrar un futuro mejor que oriente nuestra actividad.

(Un resumen de la sesión sobre el Plan de Competitividad Alicante 2020, en Los Jueves del Círculo, con el Concejal de Fomento y Empleo del Ayuntamiento de Alicante, Carlos Castillo)

El objetivo de la sesión ha sido poner en conocimiento de los miembros del Círculo de Economía de la Provincia de Alicante y de sus empresarios y directivos próximos, las expectativas, objetivos y proyectos del Plan de Competitividad Urbana Alicante 2020, de la mano de su máximo impulsor, el Concejal de Fomento y Empleo del Ayuntamiento de Alicante, Carlos Castillo.

El objetivo inmediato del Plan, según explicaba Carlos Castillo, era dar una respuesta urgente a la difícil situación de la economía local, con más de 40.000 desempleados en la ciudad de Alicante, en la que seguimos padeciendo las inclemencias de la crisis con su impacto directo sobre el empleo. Y de manera sostenida, el Plan pretende conformar una base sólida de progreso para Alicante, en línea con las ciudades más avanzadas.

El soporte fundamental del Plan desde el Ayuntamiento es la Agencia de Desarrollo Local, que pretende evolucionar desde una orientación como agente tramitador de subvenciones a promotor activo del desarrollo económico local, y en esta nueva focalización de su actividad, la Agencia detectó una carencia importante en la ciudad: la necesidad de identificar un modelo de ciudad que permitiera mejorar la competitividad urbana de Alicante, más allá de los cuatro años que supone un mandato municipal, alineando el horizonte temporal con la agenda europea, que fija 2020 como referencia.

Un plan que debía contar con la participación de todos los grupos políticos municipales así como de los agentes sociales y económicos más relevantes de Alicante, y con las aportaciones de todos los ciudadanos que quisieran aportar su visión para configurar entre todos un nuevo modelo de ciudad más abierta, moderna y competitiva. Coordinado por un agente experto externo que apoyara, estructurara y diera soporte al Plan, ayudando a definir una visión objetiva de la ciudad que permita evolucionar y construir sobre bases reales. Esta labor, tras el concurso oportuno, se asignó a Deloitte, empresa de consultoría experta en el sector público.

Ha habido planes ambiciosos anteriores, liderados por entidades prestigiosas locales y provinciales, que no han trascendido como merecían. Este nuevo Plan de Competitividad que ahora estamos construyendo recoge muchas de las conclusiones de aquellos proyectos y aporta de manera diferencial la participación activa de todos los agentes sociales, económicos y empresariales de la ciudad, lo que sin duda enriquece las conclusiones y debe facilitar la implantación de las medidas que finalmente compongan los programas del Plan, puesto que serán medidas en las que todos nos comprometemos.

Un buen proyecto necesita basarse en un buen diagnóstico, y ese ha sido el primer trabajo: un diagnóstico valiente y correcto del la ciudad, en el que Alicante no siempre sale bien parada, lo que no es necesariamente malo: tenemos importantes oportunidades para mejorar.

Algunas conclusiones del documento de diagnóstico son:

Alicante es la capital de la cuarta provincia de España en términos de aportación al PIB nacional. Una ciudad de tamaño medio que representa el 7% de la población de la Comunidad Valenciana y el 17% de su provincia. Ciudad, que en los últimos años ha venido perdiendo dinamismo demográfico y que su leve crecimiento se debe a la contribución de la población extranjera (un 15% de la población censada en Alicante es extranjera). Esta situación, unida a que se encuentra expuesta a un constante envejecimiento dado que no es capaz de retener a la población más joven, y con una tasa de desempleo sensiblemente superior a la media, le confiere una debilidad estructural a la hora de competir con otras ciudades del Eje Mediterráneo español.

Sin embargo no se puede dejar de lado que es la ciudad más poblada de la provincia y que es el centro de trabajo y uno de los polos económicos más importantes del levante español, por lo que las nuevas vías de desarrollo de la ciudad deben de ir encaminadas a ejercer de “metrópoli” dentro de su área inmediata de influencia.

Igualmente, si se consigue modificar el tejido productivo de la ciudad dotándolo de empresas de servicios de mayor valor añadido, conseguirá fijar a una población joven y altamente cualificada gracias a la universidad, que en estos momentos no se queda en Alicante. Esta captación de talento no debe limitarse simplemente a la población nacional, sino que también debe de aprovecharse de los importantes activos de internacionalización que tiene como son la OAMI o las Universidades de Alicante y Miguel Hernández, y situar Alicante en el mapa de decisiones de investigadores y profesionales de la Unión Europea que pueden ver en la ciudad una oportunidad para el desarrollo de su vida profesional y familiar (la OAMI es la más importante de las Euroagencias, con 18 años en Alicante, más de 1.000 empleos directos y 3.000 indirectos, y hasta ahora no estamos aprovechando suficientemente su potencial como promoción, atracción y factor diferencial de la ciudad).

Uno de los grandes retos de Alicante es conseguir reconvertir su estructura productiva, impulsando el sector turístico a una diferenciación clara, aumentar la calidad de los servicios ofrecidos y aprovechar los nuevos sectores emergentes que están floreciendo en la ciudad y que son sin duda la gran oportunidad de la economía alicantina para aumentar de valor, ser más innovadora y más productiva.

Y todo ello, debe sustentarse en el apoyo a las pymes y a los emprendedores que son la auténtica realidad de la empresa alicantina y las que más capacidad de generación de empelo tienen (el 66,3% de las empresas censadas en la ciudad tienen un solo trabajador, y solo el 0,4% tiene más de 50 trabajadores, lo que indica claramente que somos una ciudad de autónomos).

Asimismo, no se puede perder la tendencia actual de continuar mirando al exterior. La internacionalización genera riqueza, mejora la productividad de las empresas y genera empleo, sin contar que actualmente es una de las alternativas más seguras para enfrentarse al entorno económico actual que adolece España.

La formación, la cualificación y capacitación para el empleo son el camino a seguir si Alicante quiere competir en igualdad de condiciones con sus ciudades de referencia a nivel provincial, nacional y especialmente en el arco mediterráneo (también aquí tenemos trabajo pendiente, con un 3,5% de habitantes sin alfabetizar frente al 1,4% a nivel nacional, o un 38,7% sin estudios oficiales, aunque tenemos centros educativos muy relevantes en la ciudad, con la Universidad como referencia y centro de múltiples intercambios de estudiantes –Erasmus- con universidades extranjeras), contribuyendo a mejorar los niveles de productividad de la industria local mejorando, por tanto, nuestra posición competitiva como ciudad.

Este discurso economicista, que es la realidad de Alicante, no se podría entender si la ciudad no vende al exterior uno de sus activos más importantes: la calidad de vida. Se trata de una ciudad que sin duda ha venido siendo percibida como tal, pero que en los últimos años ha ido perdiendo activos en este aspecto. Alicante debe luchar por ser percibida como una ciudad habitable para conseguir retener a las familias y atraer a población extranjera cualificada, y cuenta con suficientes activos para trabajar sobre este concepto.

Sin lugar a dudas, la reconversión del nuevo Alicante debe ser realizada por todos y para todos. Donde el número de agentes de la ciudad deben de apostar por un modelo de ciudad productivo y competitivo aunando esfuerzos y creando sinergias.

Alicante tiene unas claras apuestas de futuro como son la reordenación del sector turístico de la ciudad, la diferenciación comercial y el apoyo a los sectores emergentes en los que Alicante sí puede ocupar un puesto de liderazgo en el mercado, lo que no siempre exige grandes inversiones, pero sí innovación, visión clara de cliente y absoluta predisposición al cambio (un ejemplo que plasma con claridad este concepto -y que Carlos Castillo explicó en la conferencia- es el de uno de los operadores de cruceros más importantes de esta zona, que participó un una de las mesas de trabajo con agentes económicos de la ciudad, en la fase de propuestas para el Plan. Explicaba el operador que las decisiones de atraque de cruceros en diferentes puertos se abordan con 1,5/2 años de antelación y que se toman teniendo en cuenta el atractivo objetivo de la ciudad y su capacidad para atender las necesidades y expectativas concretas de los cruceristas, que son: comer, comprar y divertirse, lo que exige hacer de “Alicante una ciudad abierta todos los días”, lo que no exige grandes inversiones sino claridad de ideas y vocación de servicio al cliente entendido en su sentido más amplio; respetando, como es lógico, las decisiones individuales de cada empresario).

Y esto enlaza con un punto fundamental: la necesidad de potenciar la marca Alicante, necesaria para alcanzar el auténtico potencial que tiene la ciudad.

Bajo estas premisas, con el impulso del Ayuntamiento de Alicante y la colaboración imprescindible de la sociedad civil en su conjunto, se aborda un proyecto de transformación de la ciudad, que nos permita alcanzar una serie de objetivos:

  1. Conseguir que Alicante sea una ciudad de oportunidades económicas capaz de atraer y generar talento, creatividad, innovación, inversión y, por tanto, empleo, a partir de reducir desequilibrios, apostar por las nuevas tecnologías y por un proceso de industrialización.
  2. Consolidación de un modelo  turístico diferenciador.
  3. Apuesta por la internacionalización.
  4. Diseñar estrategias de financiación óptima para el futuro.
  5. Lograr que Alicante sea una ciudad sostenible, configurada con sensibilidad ambiental, y que sea un exponente de un comportamiento energético responsable.
  6. Conseguir que Alicante sea una ciudad cohesionada, equilibrada, y sin fracturas territoriales.
  7. Definir una ciudad con calidad de vida, con un sistema de movilidad integrador y que incorpore la cultura y la naturaleza en el espacio urbano.

Todas estas mejoras, según Carlos Castillo, nos permitirán ser la ciudad abierta, moderna y competitiva que Alicante quiere y que necesita: una ciudad conectada con el mundo, con vocación de liderazgo en la provincia de Alicante y en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

Y para ello se han identificado multitud de proyectos en las mesas de trabajo con todos los agentes en la fase de Propuestas ya concluida, muchos de los cuales están en fase de validación para su posterior aprobación definitiva tras un contraste final con las mismas mesas de trabajo constituidas.

Algunos de estos proyectos, en una relación ni definitiva ni exhaustiva, son:

–       Revitalización de la Explanada

–       Peatonalización del casco antiguo

–       Plan de acceso sur

–       Fachada marítima

–       Marca Alicante

–       Posicionamiento internacional

–       Cluster de la salud

–       Aproximación Alicante-Elche

–       Acogida al turista en la ciudad

–       Plataforma logística

–       Proyecto smartcity

–       Administración electrónica completa

–       Desarrollo de los parques científicos UA/UMH

–       ….

Que, como se ha dicho, no siempre requieren grandes inversiones y sí ideas muy claras y compartidas que sitúen a Alicante en vanguardia de las ciudades más avanzadas de nuestro entorno y auténtico motor de la economía y del desarrollo social de la provincia.

Es posible ganar el futuro (“hemos salido de otras”, decía el concejal y presidente de la Agencia de Desarrollo Local Carlos Castillo). Necesitamos optimismo, compromiso y vislumbrar un futuro mejor que oriente nuestra actividad. Ahora ya no es tanto un problema de estrategia, que definiendo bien en las fases desarrolladas del Plan de Competitividad Urbana Alicante 2020, como de su aplicación práctica, y para eso somos todos necesarios.



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